Nuevo santo en El Boalo carta de una vecina a la prensa
Hasta ahora los vecinos de El Boalo celebraban la festividad de San Isidro y San Sebastián con una discreta veneración a esos santos. A partir de ahora tenemos un nuevo santo de adoración, veneración y reverencia: el bar de copas Y yo qué sé.
Por los menos eso es lo que nos trasmite constantemente el Excelentísimo Ayuntamiento de El Boalo. ¿No me creen? Pues a los hechos me remito:
Noche del viernes al sábado. Me despierto a las cuatro y pico de la madrugada por gritos, golpes a los coches, música. Hasta aquí todo de lo más normal pues convivimos los fines de semana con ello. No, lo que me despierta no es eso ¡A eso ya estoy más que acostumbrada! Lo inusual aquí es el constante ladrido de perros. No le di importancia hasta que a las nueve de la mañana, desde mi terraza -a unos 15 metros de la puerta del Y yo qué sé- veo a dos grandes perros de presa, dos American Stanford, una hembra y un macho, sin bozal, atados con una correa de unos 20 centímetros a la farola de la puerta de dicho establecimiento. Están a pleno sol, un tanto nerviosos y ladrando a todo lo que se mueve. Bien, llegan las 11 de la mañana y los perros siguen ahí, cada vez más nerviosos. Avisamos a la Policía Local y les decimos que unos perros están atados al sol sin agua ni dueño desde las tres de la mañana (un vecino me lo confirma tras una noche habitual de insomnio de fin de semana). Pasa la Policía con su coche y ya está. A los diez minutos el perro macho se suelta. Aquí empieza lo bueno. Volvemos a llamar a los agentes a lo que con un escueto “entendido” responden. El perro no deja acercarse a la zona a nadie. No permite que los vecinos salgan de los portales, intenta morder a más de un viandante, muerde a un perro de un vecino desgarrándole el abdomen. Más y más llamadas a la Policía, a la Guardia Civil y nada, no aparece nadie. Es un vecino el que arriesga su brazo y su vida, el que desde el coche arrincona al perro y le lanza una cuerda con un nudo corredizo y logra atarlo de nuevo a la farola. Ahora ya sí, aparece nuestra trabajadora Policía Local. ¿Saben lo que dice el buen señor policía?: “¿Le habrás atado bien, no?” A las dos menos veinte de la tarde aparecen todos: la Policía, la Guardia Civil y hasta los trabajadores del Ayuntamiento.
Pero sigue lo bueno. Un trabajador municipal, con aires de grandeza y prepotencia nos dice que esto no puede ser, que los perros tienen que desaparecer porque “esta noche aquí (En el San y yo qué sé) vienen 300 personas”. ¿Y los vecinos que nos hemos jugado los brazos, las piernas y quién sabe si la vida? ¿Y la señora que tras ser atacada se tuvo que refugiar en el coche de un vecino? ¿Y el chaval que pasaba tranquilamente y si no es por las voces de los vecinos que distrajeron el perro pudo convertirse en una víctima más? Estos no importan, sólo los usuarios del nuevo santo, ésos que nos rompen las puertas, que nos intentan quemar las tuberías del gas, nos vomitan en los portales, nos producen insomnio, estos sí son importantes. Pues no nos dice el señor trabajador del Ayuntamiento (supongo que concejal por la forma de mandar) qué cuando nosotros compramos las viviendas San y yo qué sé llevaba 20 años abierto. ¿Y? ¿No son ustedes los que conceden las licencias? Si son actividades incompatibles, no haber permitido la construcción de viviendas y así yo no me habría comprado mi casa. Pero bueno, a todo esto el que llevó los perros al nuevo santo había sido retenido por la Guardia Civil esa noche por achucharlos contra otras personas. ¿Lo sabían desde las tres de la madrugada y permitieron pasar un mal rato a los animales y mucho peor mal rato a los vecinos? ¿Y saben lo que dijo la señora alcaldesa al tener conocimiento de estos hechos? “No es competencia nuestra, que llamen a la Comunidad de Madrid”. Increíble pero desgraciadamente cierto.