Un grupo de comerciantes y vecinos del distrito de Moratalaz, de Madrid, ha hecho un ejercicio de recuperación de la memoria histórica. En un rinconcito de este popular distrito, en terrenos que pertenecen a este colectivo, llamado la Lonja, en silencio, sin pompas ni boatos, sin inauguración rimbombante, han levantado un monumento, un sencillo monolito, al que fuera presidente del Gobierno de España, y pieza importante en la transición española, Adolfo Suárez, al que una cruel enfermedad tiene apartado de la realidad y vive cautivo en su propio mundo irreal.
Ellos mismos, los comerciantes y ciudadanos anónimos, han financiado ese monolito sin ningún tipo de ayuda institucional. El monumento, de cuatro metros de altura, ha sido realizado en granito berroqueño, material duro y resistente como el propio Suárez.
Al acto asistieron muchos vecinos del barrio. No hubo protocolo ni discursos. Bastaba con el sentimiento interno de cada uno de los asistentes a la figura de este hombre marcado por la vida e inmortalizado por la historia.
Se trata del agradecimiento modesto, sencillo, de unas personas modestas y sencillas, que no olvidan y agradecen la labor de Adolfo Suárez en una etapa delicada en la historia reciente de este país, sobre todo cuando la política actual nada tiene que ver el con el espíritu de conciliación, de consenso y de fuerzas unidas que hubo en aquella época, y que bajo su tutela, hicieron posible un transición pacífica.
Cuando tanto se habla de la recuperación de la memoria histórica y algunos se remontan a episodios muy controvertidos y emplean esa memoria de forma selectiva, nadie ha sido capaz de pararse en la memoria más reciente para recuperar la figura política de Adolfo Suárez y su entrega a España. Han tenido que ser unos comerciantes de Moratalaz quienes de forma silenciosa y modesta, hayan levantado en su barrio un monolito de recuerdo a ese hombre que vive, desgraciadamente, ausente de recuerdos.
Algunos dirán “que vergüenza, otros que alegría”, y tu…