No hemos avanzado nada ni hemos conseguido algo que demuestre la inteligencia y la valía de nuestros políticos como el respeto internacional que merecemos. Seguimos donde estábamos y los hijos de la Gran Bretaña siguen igual, es decir, nos toman el pelo con descaro respecto al Peñón de Gibraltar.

Hubo un tiempo en el que hablar de esta parte de España era de lo más retro, estaba mal visto por la progresía pues era reivindicar algo del antiguo Régimen. La verja, las actitudes y decisiones contradictorias de las diferentes fases del tiempo de Francisco Franco con respecto a todo esto presentaban a veces una visión distorsionada de un problema histórico, que lo es desde cualquiera de las ópticas del Estado de libertades constitucionales.
Gibraltar celebra el III Centenario de la ocupación por las tropas británicas en el refinado de Felipe V. España reconoció el hecho, pero nunca la soberanía británica en la idea de que la Guerra de Sucesión tendría sus cauces posteriores que devolvieran a la soberanía española una parte usurpándola de su integridad nacional territorial. Ocurrió lo contrario. Mientras, el Reino Unido iba ‘soltando’ colonias y cedía a la resistencia pacífica de Gandhi, porque ese era el curso de la Historia, naturalmente, se consolidaba su posición en un punto estratégico militar como es el Estrecho. Tiempos malos, tiempos peores, momentos sin diálogo, con aplicación de diplomacia y hasta la ingenuidad española que se pensó que con el Rey se resolverían las cosas o que posteriormente se acercarían posturas con Londres, incluso con José María Aznar, tras el abrazo en las Azores a Bush y a Blair. Ni con esas.
Las tensiones no desaparecieron nunca, las actitudes inamistosas tampoco, pues el submarino ya vino entonces y ahora además de eso, con Rodríguez Zapatero en la otra orilla, frente a Estados Unidos y Gran Bretaña tras la marcha de Iraq, las cosas están sumamente difíciles.
Las visitas de la Princesa Ana de Inglaterra y el mismísimo ministro de Defensa son las últimas provocaciones. De poco sirve que Moratinos se suba al minarete de Al Andalus y grite a los llanitos las verdades del barquero. No sirven de nada, ni que el que en plena luna de miel Aznar tratara de reconducir las cosas. No hemos llegado en serio nunca al fondo de la cuestión. Las formas lo han impedido porque la Pérfida Albión no ha estado interesada nunca en restituir lo que ocupó por la fuerza.
Ahora nada puede extrañarnos porque ni España está en las mejores condiciones de hacerse valer ‘ internacionalmente ‘ ni la Reina Isabel ni el Príncipe Carlos ni el Parlamento del Reino están dispuestos a ceder al Reino de España lo que es suyo.
Para colmo de todo ello nos sueltan la reiterada comparación del ministro de Blair estableciendo como parangón la situación de Ceuta y Melilla, españolas desde los Reyes Católicos cuando no existía el Reino de Marruecos.