
Hoy es ya el primer día completo del otoño, un otoño que por aquí suele ser acogedor y suave. Dicen que el otoño es la estación de la melancolía y las depresiones, pero tenía que ser de todo lo contrario. La estación de la alegría por los frutos maduros y recogidos, por los días aún soleados, por los síntomas de cambio en el ciclo vegetativo, que quiere decir que la vida sigue y que la hoja vieja debe caer para que más adelante llegue la hoja nueva.
Hace unos días escuché y vi en TV una noticia que me dejó hondo sentir, por lo humano, por coraje, por sencillez y salido de lo mas profundo y por la fuerza que la fe nos puede dar. “Tengo cáncer, pero voy a seguir luchando…”, con serenidad y entereza, con sonrisa en los labios, guapa, a punto de cumplir 60 años, madurez, y después del mazazo de la palabra maldita “padeces cáncer”.
Recuerdo tu canción
Cuando supe toda la verdad señora,
ya era tarde para echar atrás señora,
yo era parte de su vida y él mi sombra.
Cuando supe que existía usted, señora
ya mi mundo era sólo él, señora,
ya llevaba dentro de mi ser su aroma.
Él me dijo que era libre como el mismo aire
que era libre como las palomas que era libre …
y yo lo creí.
Ahora es tarde, señora ahora es tarde, señora
ahora nadie puede apartarlo de mí
Él me dijo que era libre como el vagabundo
que era libre como la hoja seca
que era libre …
Ahora es tarde, señora,
ahora es tarde, señora,
ahora nadie puede apartarlo de mí.
¡Señora!, tienes que luchar, hay motivos para seguir luchando, para seguir viviendo.
Cuando todo lo que alrededor de su mundo “rosa”, parece frivolidad y desenfreno, naderías, es muy grato, para mi, al menos, escuchar palabras desde el fondo del ser y dichas con el corazón.
¡Ánimo!, no desfallezcas, no desesperes.