Comer las uvas es tradición española, si bien cada rincón del mundo tiene una manera diferente de despedir el año.
Es una tradición relativamente reciente, ya que solamente va a cumplir casi un siglo de existencia, pero las uvas son el producto estrella de la Nochevieja y no hay mesa en la que falten. El 95% de la población consume la uva albero, blanca y con pepitas (ronda los 2,90 euros el kilo), pero cada vez está más en auge el uso de uvas blancas sin pepitas. También se va imponiendo cada año, por comodidad y falta de tiempo en la mayoría de los casos, el uso de uvas envasadas que vienen ya limpias y sin pepitas, cuyo precio asciende a 3,10 euros el paquete de tres botes.La costumbre de consumir doce uvas al ritmo de las campanas del reloj empezó en 1909, cuando tras cosechar una gran cantidad de uvas, para deshacerse de ellas, los vinicultores españoles difundieron la idea de que su consumo en Nochevieja daba buena suerte. Esta costumbre se ha extendido a muchos países de habla hispana, si bien cada uno ha añadido sus propias tradiciones.
El día de Nochevieja, el día 31 de diciembre, a las 10 de la noche, nuestro Rey, Juan Carlos I de España, ofrece el mensaje de Navidad para felicitar el año a todos los españoles, y se puede contemplar y escuchar este mensaje a través de todas las cadenas de televisión a las diez de la noche. (si haces zapping puedes ver que todos los canales retransmitirán este mensaje).
El último día del año se celebra la Nochevieja. Después de cenar, a las doce en punto de la noche, millones de personas comen las uvas de la suerte mientras los grandes relojes de las iglesias y pueblos dan las doce campanadas, generalmente ante la pantalla de televisión que retransmite las campanadas desde “La Puerta del Sol” de Madrid, la capital de España. Se toma una uva por cada campanada. Son momentos de alegría, esperanza, ilusión y buenas intenciones para el año que acaba de comenzar.
Después, muchas personas disfrutan de la noche en una fiesta o baile denominada "cotillón" (fiestas preparadas para acoger a multitud de personas, a partir de las doce de la noche). Aunque ahora se estila pasarlos alojados en casas rurales y fiestas particulares en vez de cotillones. Están cambiando los hábitos y costumbres familiares. ¿Y se preguntarán por qué ocurre esto? Debido al dineral que supone salir de fiesta en Nochevieja: comprarte un traje, complementos, ir a la peluquería las chicas, la entrada del lugar de celebración que suele ser también un gastazo… los jóvenes deciden reunir dinero y unos meses antes alquilan una casa rural o algún local y realizan su propia fiesta, no hace falta ir vestido de etiqueta, podrán ir cómodos y estar con su gente divirtiéndose.
En otros países las costumbres son otras. En Argentina, la costumbre manda despedir el año con fuego y en Brasil, la gente acude a las playas para ver los fuegos artificiales. En Venezuela es típico comer la ‘hallaca’, un plato especial que se debe preparar y luego regalar para desear buena suerte.
El año nuevo chino llega en febrero, marcado por el calendario lunar. Antes de las celebraciones la gente limpia sus casas para eliminar cualquier resto de mala suerte del año que termina. Tradicionalmente, los coreanos celebran el Soinal, el primer día de la primera luna del nuevo año. Cuenta la leyenda que quien se quede dormido la última noche del año amanecerá con las cejas blancas, por lo que esa noche, todos permanecen despiertos y con las luces de la casa encendidas. En Japón suenan 108 campanadas. Se trata de una tradición para liberar del mal el período que empieza y cada campanada hace referencia a un deseo terrenal que hay que mantener alejado.
En Alemania se despide el año brindando en honor a San Silvestre, y se recibe el año con petardos, mientras que en Dinamarca el 1 de enero los daneses rompen la vajilla en las puertas de las casas de los seres queridos, por lo que el número de buenos amigos que cada persona tenga será proporcional al montón de platos rotos que encuentre en su puerta.
Los escoceses, algo más violentos, prenden fuego a un barril y lo hacen rodar por las calles envuelto en llamas, mientras que los italianos inician la noche con una tradicional cena en la que las lentejas son un plato imprescindible si se quiere tener un año nuevo repleto de fortuna. En Andorra, el pequeño país vecino, tiene lugar un pasacalles en el que los participantes persiguen a un personaje con 365 apéndices nasales que simbolizan los días del año.